El laberinto de las aceitunas
Eduardo Mendoza
Lo prometido es deuda y ya comenté que seguiría leyendo novelas de este autor. Esta es como una continuación de las aventuras que el comisario Flores y su loco favorito vivieron en El misterio de la cripta embrujada. Si bien es cierto que no es necesario este para leer el libro que hoy nos ocupa.
Lo considero una “mezcla” de Sin noticias de Gurb por el humor que predomina (y el tipo de humor) y La verdad sobre el caso Savolta por el tema del misterio, la investigación, etc. Y, por supuesto, tiene también algo de El misterio de la cripta embrujada: personajes, ambiente, recursos…
En esta ocasión nuestro protagonista, cuyo nombre no quiere mencionar el autor, se ve obligado a entregar un maletín de dinero que un supuesto ministro le entrega para hacerle un favor. Ese maletín le traerá muchos problemas, pero también emoción, intriga, aventura y conocer a personas muy importantes en su vida: don Plutarquete y la Emilia (como se le menciona en el libro).
Personalmente, este protagonista me gusta y me da pena a partes iguales. Por un lado, es impresionante como alguien que es tratado de loco tiene esa capacidad de reflexión, análisis de las situaciones, soltura para resolver misterios e intrigas… y capacidad de expresarse de una forma muy culta cuando narra (es el narrador del libro). No parece propio de su condición de pobre y loco que sepa todo esto: un personaje contradictorio en el más amplio significado de la palabra. Por otra parte, es una persona sin casa ni dinero ni ropa (se pasa casi toda la novela desnudo o con algo que tape su desnudez), apenas sin amigos, solo tiene a su hermana que tampoco vive tan desahogada como para poder ocuparse de él; el comisario Flores se aprovecha de él, de sus capacidades, pero nunca le recompensa; al revés, le trata a patadas.
Pasando a un plano más literario, me reitero en lo que comenté en la reseña de La verdad sobre el caso Savolta: es una prosa muy cuidada, adecuada, correcta… Sabe contar y sabe adaptar su lenguaje a los personajes y situaciones; si bien, como he comentado, el narrador resulta un tanto antitético por su vida y su forma de contarnos los hechos. Pero esto no es más que un juego de su autor, pienso yo, para remarcar más las diferencias que en él se dan y para que le tengamos más cariño.
Es una verdadera gozada leer obras de Eduardo Mendoza. Pronto traeré alguna reseña más de alguna otra novela. Mientras, leed este libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario