martes, 23 de abril de 2013

RECREO LITERARIO - DÍA DEL LIBRO



DÍA DEL LIBRO

El Día del Libro y del Derecho de Autor es una conmemoración celebrada a nivel internacional con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor, y que es promulgado por la UNESCO a nivel internacional.

El día 23 de abril fue elegido como Día del Libro y del Derecho de Autor porque corresponde al fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega ese día en el año 1616 (aunque realmente no es así: Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo de nuestro calendario).


33 RAZONES PARA LEER

PARA EVADIRNOS
PARA AFIRMAR
PARA NO SER LO QUE SOMOS
PARA CONSOLARNOS
PARA PASARLO BIEN
PARA NEGAR
PARA SOÑAR
PARA DUDAR
PARA CRECER
PARAR REÍR
PARA JUGAR
PARA CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS
PARA DETENER EL TIEMPO
PARA IMAGINAR
PARA SABER QUE ESTAMOS VIVOS
PARA DESCUBRIR EL MUNDO
PARA CREAR UN MUNDO PROPIO
PARA SABER QUE NO ESTAMOS SOLOS
PARA DESTERRAR LA MELANCOLÍA
PARA COMPARTIR UN LEGADO COMÚN
PARA HUIR DEL RUIDO
PARA COMBATIR LA FEALDAD
PARA REFUGIARNOS
PARA VIVIR MÁS
PARA CONOCER OTROS MUNDOS
PARA APRENDER A PENSAR
PARA LLORAR
PARA EXPLORAR
PARA SABER
PARA ENTENDER
PARA APRENDER
PARA CONOCER A LOS OTROS


¿CUÁL ES TU RAZÓN?





ENAMÓRATE DE ALGUIEN QUE LEE


Sal con una chica que lee


Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el armario porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Kafka. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Cien años de soledad y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, en Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Bécquer, a Machado, a Benedetti y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción, pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace. Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca y, cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y mímala.

Es probable que la pierdas durante un par de horas, pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás vuestra historia, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos El pequeño vampiro o Kika Suberbruja, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Lorca en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.





Sal con un chico que lee


Tú, señorita, también amarías encontrar ese hombre ideal que en vez de perderse en la pantalla de su móvil, se sumerge en el mar de palabras del libro que devora silenciosamente. Por eso es que te aconsejo sin duda alguna que busques salir con un chico que lee. Ese joven callado que acostumbra pasar inadvertido y al que siempre encuentras degustando las páginas amarillentas de un ejemplar desgastado. Ese hombre de rostro serio que ves en un café o en un centro comercial, acompañado de una buena novela y una bebida helada. Invítalo a salir, será toda una aventura que valdrá la pena.

Porque un chico que lee, también escucha. Atenderá tus quejas por la brevedad de una novela o la maldad de cierto personaje. Conocerá la magia de las palabras que pueda susurrarte mientras recorren bibliotecas y relatos misteriosos. Sabrá aplicar el arte del silencio y el apoyo mudo cada vez que llores el final de un nuevo libro. Ese chico que lee tomará tu mirada como inspiración para convertirse en escritor apasionado que ve en tus ojos la fuente de sus escritos. Un hombre que lee albergará en su ser un océano de historias para que solo tú te sumerjas en ellas.

Sí, esos chicos aún existen. Son como los libros empolvados que encuentras en un rincón de la librería. Lo ves y por alguna extraña razón capta tu atención. Sus rostros son la tapa de una historia que por momentos pasa inadvertida entre cientos de portadas comunes que pululan diariamente por ahí sin despertar tu curiosidad. Pero, cuando te acercas y empiezas a leer sus gestos, a escuchar sus palabras, te atrapan como cuentos fascinantes que no puedes dejar de lado. Sí, los chicos que leen aún existen, y bien vale la pena que los invites a salir. Puedes ver a alguno por ahí, con aparente gesto frío y refinada indiferencia. Pero bajo esos aspectos se halla el calor hipnótico del hombre que busca una lectora para sus historias, una protagonista para su vida.

Sal con un chico que lee. Porque es la garantía de una biblioteca en su casa reservada sólo para ti. Porque con cada libro que se obsequien entre ambos, irán alimentando la librería que desearán tener en un pequeño piso lleno de fantasía en París, Roma, Londres o Madrid. Porque un chico que lee solamente discutirá contigo sobre los personajes de Orgullo y Prejuicio, los hechizos que conocen del mundo pottérico o las sorpresas reveladas por Tolkien. Y cada noche sin falta consumarán un acto de amor literario en el que la cadencia de su voz y tu respiración entrecortada se unirán al ritmo armonioso de una lectura emocionante que ninguno querrá dejar para el otro día.

Toma el riesgo, lectora. Cuando veas a un chico que lee en el transporte o en el parque, acércate y pregúntale por la historia que tiene entre manos. Háblale de Wilde, Poe o Zafón. Y luego invítalo a salir. Yo recomendaría visitar una librería. Te lo garantizo: nada hace más feliz a un lector que ir a ver libros en compañía de una dama. Contemplar a una mujer observando y acariciando páginas es como el paraíso. Un mágico paraíso literario para el chico que lee.



IMÁGENES SOBRE LA LECTURA
(APARECEN LAS "SERIAS" Y LAS GRACIOSAS JUNTAS)






































¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!

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