Maldito selfi
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Hasta hoy, lo
has estado escribiendo empeñosamente en su grafía inglesa, para (…) decir en
castellano lo que siempre se llamó autorretrato y ahora, para marcar el hecho
de que ya casi nadie pinta y todos tienen cámara, podría llamarse autofoto.
Sin embargo, la fuerza de los acontecimientos y la pujanza pertinaz del
palabro te empujan a capitular: selfi dice todo el mundo (…).
Selfi es la
actividad diaria de muchos de tus congéneres[1].
Selfi es el producto hacia el que puede orientarse tu existencia, como no
estés atento y vigilante de ti mismo para impedir que la exposición recorte
el terreno a la observación y la reflexión. (…)
Para
entenderlo, basta con echar una ojeada a un par de casos recientes. Te ha
sobrecogido el suicidio, por ahorcamiento, de una chica de 27 años, con toda
la vida por delante. Era lo que ahora llaman una influencer, alguien que había llevado el arte del selfi al
extremo de asentar en él su sustento y su existencia entera. Le pagaban 500
euros por alguna de sus autofotos (perdón, selfis), que podía preparar
durante horas y que colgaba con fruición en su red social favorita para
trasladar a sus jóvenes seguidoras, la mayoría menores de edad, la percepción
de una vida ideal. Una vida que todas esas chicas se morían por poder imitar
y que la influencer se moría, y
murió, por no poder abandonar. La obsesión en salir perfecta en esos píxeles
que ahora la atestiguan de forma inquietante no le dejó tiempo para hallar
algo a lo que mirar, fuera de sí misma, que la salvara del pozo negro que la
reclamaba. (…)
Un selfi
más aparatoso es el que varios miles de personas se hicieron y continúan
haciéndose en estos días en las calles de Barcelona. Su versión más
impactante utilizó como atrezo unos vehículos de la Guardia Civil: acaso
imprudentemente dejados ahí por sus usuarios, acaso negligentemente
protegidos por quienes tenían las competencias de orden público; acaso, en
fin, arrojados a los leones con poco y mal cálculo por aquellos que, teniendo
la responsabilidad de gestionar los complejos asuntos públicos, han decidido
simplificarlos hasta la temeridad. (…)
El abuso del
selfi individual, ya se ha comprobado, puede conducir al abismo. A donde
lleva la práctica del selfi colectivo, lo irán mostrando las jornadas que
tenemos por delante.
El Mundo, 24 de
septiembre de 2017
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I. Comentario crítico del texto (0-4
puntos)
I.1.
Establecimiento del tema del texto, breve resumen de su contenido y descripción
y explicación de su esquema organizativo –partes temáticas constitutivas del
texto y articulación de estas- (3 puntos).
I.2.
Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura del
alumno y de su conocimiento del mundo (1 punto).
II. Analice sintácticamente
la siguiente oración: “Un selfi más
aparatoso es el que varios miles de personas se hicieron y continúan haciéndose
en estos días en las calles de Barcelona” (líneas 18-19).
[1]
Semejantes.
ANÁLISIS DE LA COHERENCIA DEL TEXTO
“MALDITO SELFIE”
Vamos a analizar la coherencia
del texto titulado “Maldito selfi”, publicado en el periódico de tirada
nacional El Mundo el día 24 de
septiembre de 2017. Al no poseer firma, deducimos que se trata de un editorial.
Antes de nada, debemos definir la
coherencia como la propiedad textual por la cual el texto se muestra como una
unidad semántica e informativa que permite percibir su significado global.
Para empezar, expondremos el tema del texto: advertencia sobre los
peligros del selfi.
A continuación, podemos enunciar
el resumen del texto de la siguiente
manera: después de hablar sobre el origen, la grafía y el significado de la
palabra “selfi”, este artículo habla de dos casos de consecuencias negativas
del uso excesivo del mismo. En primer lugar, sobre una chica que se suicidó
debido a la presión de tener que hacerse selfis continuamente para sus
seguidores. Y, en segundo lugar, sobre los ciudadanos que se fotografía en
Cataluña con los vehículos de la Guardia Civil. Termina avisando sobre las consecuencias
que pueden existir con el abuso de los selfis.
Pasamos ahora a analizar la estructura externa del texto. Este se
compone de dos partes bien diferenciadas: un titula (“Maldito selfi”) y un
cuerpo argumentativo de veinticinco líneas repartidas en cinco párrafos de
desigual extensión.
Seguimos con la estructura interna, donde comenzamos
con la división del texto según su
contenido y el reparto de las ideas
principales y las secundarias. Así,
pues, podemos dividir el texto en tres partes. La primera, la introducción,
iría de la línea 1 a la 7 (los dos primeros párrafos) y en ella encontramos la
idea principal de qué es un selfi y cómo se está abusando de ellos; y las
siguientes ideas secundarias: etimología y grafía, otras formas de nombrarlo y
una reflexión sobre el abuso del selfi. La segunda parte serían los dos
siguientes párrafos (líneas 8-23) y sería el desarrollo, donde encontramos
desarrolladas estas dos ideas secundarias: el suicidio de la “influencer” a
causa de los selfis y las autofotos con los vehículos de la Guardia Civil. Y,
por último, la conclusión (líneas 24-25, es decir, el último párrafo), en el
que encontramos una idea principal: las consecuencias negativas del abuso del
selfi.
Esta última idea principal es
también la tesis: “El abuso del
selfi individual, ya se ha comprobado, puede conducir al abismo. A donde lleva
la práctica del selfi colectivo, lo irán mostrando las jornadas que tenemos por
delante”. Al encontrarse expresada en el texto, la podemos calificar de
explícita. Por su ubicación al final del artículo, podemos afirmar que se trata
de una estructura sintetizante.
El autor, para defender su tesis,
se apoya en varios argumentos:
encontramos, sobre todo, argumentos de ejemplificación el suicidio de la “influencer”
a causa de los selfis (párrafo 3) y las autofotos con los vehículos de la
Guardia Civil (párrafo 4). Y también podríamos señalar un argumento de datos y
cifras: el sueldo de la “influencer” (línea 11).
Por último, podemos afirmar que
la progresión temática del texto es
de tema constante, ya que presenta un mismo tema a lo largo del texto (peligros
del uso excesivo del selfi) al que va agregando diversos remas: rema 1,
reflexión sobre el abuso del selfi; rema 2, suicidio de una “influencer” debido
a la presión a la que se vio sometida; rema 3: los selfis en Barcelona con los
coches de la Guardia Civil; rema 4: aviso de las consecuencias negativas.
Así pues, una vez analizada la
coherencia de este artículo, podemos asegurar que se trata de un texto
coherente puesto se muestra como una unidad temática, en este caso relacionada
con los peligros del selfi; además, queda patente la organización de los
contenidos, como se ha visto en la estructura interna, y no cae en
contradicciones.
VALORACIÓN
En cuanto a la valoración del
texto, podemos aseverar sin duda alguna que se trata de un texto que presenta
las tres propiedades para serlo: coherencia, cohesión y adecuación.
Por otra parte, el tema
presentado (peligros de los abusos del selfi) es un tema actual, dado que la
mayoría de los jóvenes, y no me refiero solo a adolescentes, practican esta
técnica fotográfica a menudo, por no decir a cada minuto. Pero también podemos
ver cómo muchos adultos, sobre todo los aficionados a las redes sociales y las
nuevas tecnologías, se hacen selfis, sobre todo, colectivos.
Asimismo, el tema es de interés
general: por una parte, a todos nos duele, en mayor o en menor medida, que
alguien muera, y más si se trata de un suicidio, y más aún si se trata de
alguien tan joven como esta “influencer”. Por otra, a la mayoría de la sociedad
le preocupa lo que está ocurriendo en Cataluña.
Igualmente, es un texto con una
temática útil a nivel social: a través de los dos casos reales sobre los
peligros del selfi, el artículo avisa a toda la sociedad de que reflexionemos
sobre nuestras prácticas y, sobre todo al final, que respetemos el trabajo de
las personas, en este caso, de la Guardia Civil
Pasando ahora a mi opinión personal,
puedo decir que estoy de acuerdo con el texto; si bien es cierto que no me lo
había planteado de esta manera. Yo siempre he tenido claro que los excesos, en
el campo que sea, no son nunca buenos. Entonces, si me muestran estos dos casos,
se corrobora dicho pensamiento.
No tenía ni idea del suicidio de
esta chica y, la verdad, me ha dado mucha pena. Es cierto que siempre te dicen
que los caminos fáciles en realidad esconden algo desfavorable, pero creo que
nunca pensamos que pueda llevar a que una chica tan joven, con toda la vida por
delante, desee y consiga su propia muerte. Personalmente, creo que la principal
culpable no fue ella, sino quienes le pagaban por sus fotos y sus seguidores. Es
muy fácil convencer a una persona con promesas de fama, dinero, etc. ¿Quién no
aceptaría hacerse selfis si te pagan 500 euros por una foto tuya? Dinero rápido
y fácil. Pero también hay que pensar en que quien es capaz de pagar ese dinero
por una simple foto también es capaz de creerse el dueño de esa persona y
exigirle cada vez más: como le paga, exige. Y ahí entramos en otro tema: no
todo se puede pagar con dinero. Aunque suene a tópico, es real. La sociedad en
la que vivimos nos hace creer que, si tienes dinero, puedes con todo y tienes
derecho a todo. Y yo no creo que eso sea así. Realmente, si tienes mucho
dinero, ¿puedes comprar la cura contra todas las enfermedades?, ¿puedes librar
de la muerte a un ser querido?, ¿puedes tener amigos verdaderos? Y así podría
seguir enumerando muchas posibilidades. No nos equivoquemos: con dinero se
compran bienes materiales, pero no se compra la felicidad verdadera, solo la
aparente.
Por otro lado, este artículo me
ha hecho reflexionar sobre la obsesión, sobre todo de los jóvenes, con los
selfis y las redes sociales. Yo, aunque ya no sea tan joven, estoy en varias
redes sociales pero no cuelgo demasiadas fotos mías personales. Pero ese no es
el principal problema que yo veo, sino que, no solo cuelgan fotos y vídeos
continuamente, sino que además dicen dónde están. Sin ser conscientes, se lo
ponen en bandeja a quien quiera darles un susto o algo peor. Y todo por
conseguir seguidores, por tener éxito, fama… Por mostrar una vida perfecta. Parece
que, si no subes fotos de la fiesta con tus amigos, no has salido de fiesta y
eres una persona aburrida. Lo limitamos todo a esa vida virtual y dejamos de
lado la vida real.
En las pasadas fiestas de mi
pueblo, una amiga me hizo una reflexión sobre las fotos que me sorprendió
muchísimo: al ver a la cantidad de gente que estaba con sus móviles haciendo fotos
o grabando momentos importantes de sus hijos o amigos, se estaban perdiendo
verlo en directo, ver la realidad; sólo están pendientes de guardar ese
recuerdo en sus cámaras y de que quede bien para poder verlo todas las veces
que quieran. Sin embargo, si es un momento tan importante, ¿realmente crees que
se te va a olvidar? Es cierto que nos gusta tener ese tipo de recuerdos pero ¿no
conoces a nadie allegado que lo pueda hacer por ti y así tú disfrutas de ese
momento? La verdad es que, cuando me dijo eso, me di cuenta de que yo también
estaba haciendo fotos y que a veces me puedo obsesionar con ellas. Y sí me
influyó su comentario: ahora me lo pienso más antes de hacer un montón de fotos
e intento guardar en mi retina esos momentos.
Por último, me gustaría opinar
sobre el segundo caso de selfi del que habla el texto, que, por otra parte,
parece diluido en el mismo pero es tanto o más importante como el caso de la “influencer”.
Me refiero al caso de Cataluña (y no voy a entrar en temas políticos). Es que
parece que hacerse una foto con un vehículo de la Guardia Civil no sea algo
malo. Y creo que en sí no lo es, pero lo que lleva consigo sí. Con todo lo que
está sucediendo allí, estas fotos tienen otro tipo de connotaciones: llevan escondidas
burlas, risas, faltas de respeto… Siempre he pensado que todos somos libres y
podemos hacer lo que queramos, siempre y cuando, por ejercer tu libertad, no
afecte a la mía. Es decir, que cada uno piense y sienta lo que quiera pero que
respete los pensamientos y sentimientos diferentes al suyo. En este caso que
nos plantea el editorial, no se respeta a la gente que tiene que hacer su
trabajo ni se respeta que haya personas que no apoyen la independencia de
Cataluña. De ahí el cierto miedo, o la prudencia, que muestra el autor al final
sobre a dónde nos llevará la práctica del selfi colectivo.
En conclusión, todos los excesos
son perjudiciales y también lo es la falta de respeto. Así, podemos practicar
selfis, o lo que queramos, pero siempre con precaución y mucha tolerancia a todo
los que piensen diferente a nosotros.
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