EL ROMANCERO VIEJO
Llamamos “Romancero Viejo o Tradicional” al inmenso conjunto de romances que cantaban los juglares y el pueblo, desde mediados del siglo XIV hasta finales del siglo XV. Se trata de breves composiciones anónimas de carácter popular y tradicional. Originariamente, fueron fragmentos de Cantares de Gesta que el público hacía repetir a los juglares y que, con el paso del tiempo, fueron cantados como poemas independientes.
No debemos confundir el Romancero Viejo con el Nuevo o Artístico, que es el conjunto de romances compuestos por poetas cultos a partir del siglo XVI.
Los romances se transmitieron por vía oral de generación en generación, sometidos a un continuo proceso de elaboración y a sucesivas alteraciones. Más tarde se fijan por escrito y muchos han llegado hasta nosotros por diversos caminos: en cancioneros manuscritos, como el famoso Cancionero Musical de Palacio; en antologías impresas, como el Cancionero General de 1511, recopilado por Hernando del Castillo; en romanceros y en pliegos sueltos.
El romance es un poema no estrófico formado por un número indeterminado de versos octosílabos que riman en asonante los pares, quedando sueltos los impares. Esta estructura métrica presenta variedades de versos de 6, 7 y 11 sílabas, recibiendo entonces las denominaciones respectivas de romancillo (6), romance endecha (7) y romance heroico (11).
La extensión es muy variable, no suelen tener menos de 16 versos, como ocurre en el “Romance del prisionero”, y pueden llegar hasta más de mil, como ocurre con el “Romance del Conde Alarcos”, pero en líneas generales suelen oscilar entre los 30 y los 80 versos.
El corpus de romances que constituyen el Romancero Viejo se divide en diversos grupos dependiendo de los temas y del origen: romances históricos o tradicionales, fronterizos, carolingios y bretones, y novelescos y líricos.
JORGE MANRIQUE (1440 – 1479)
Escribió únicamente cuarenta y nueve poemas líricos (en total unos 2200 versos). Son casi todos de tema amoroso, exceptuando tres poemillas satírico-burlescos y otros dos, los más importantes, de contenido moral: Las Coplas y el principio de un poema titulado Contra el mundo (no pudo acabarlo debido a su muerte).
Las Coplas a la muerte de su padre constituyen una elegía escrita con motivo de la muerte de su padre, constituida por cuarenta estrofas de pie quebrado o coplas manriqueñas, cada una de las cuales consta a su vez de dos sextillas. Dentro de cada sextilla, son octosílabos los versos 1º, 2º, 4º y 5º, y tetrasílabos el resto. La rima es consonante con la distribución abcabc (8a 8b 4c 8a 8b 4c).
Internamente, las coplas suelen dividirse en tres bloques:
1º) De la I a la XIII. Este primer bloque presenta un claro carácter filosófico y universal. El poeta reflexiona sobre la vida, la muerte, la fugacidad del tiempo, la vanidad de los placeres y bienes terrenos, la inestabilidad de la fortuna…
2º) De la XIV a la XXIV. Aquí sigue desarrollando las mismas ideas, pero ahora las concretiza y particulariza siguiendo un proceso de jerarquización.
3º) De la XXV a la XL. En esta tercera parte, hace un elogio fúnebre de su padre y termina con una alocución de la muerte, a la que responde el propio don Rodrigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario