“Valores, sexo e intimidad”
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A raíz de la
innecesaria polémica sobre la práctica del sexo en el metro de Barcelona, una
significada militante de cierta formación política afirmó que el alboroto se
debía a los prejuicios cristianos de nuestra sociedad. Una declaración poco meditada, porque el hecho en cuestión habría supuesto
prisión en la China maoísta, lapidación
en la mayoría de países islámicos, detención segura en Israel y colosal
bronca popular en la India hinduista.
En efecto, la
mayor tolerancia social se ha desarrollado en los países de tradición
cristiana, y en los católicos aún más que en muchos de los protestantes:
¿imaginan la escena del metro en los puritanísimos
Estados Unidos, que se horrorizan a la vista de un pezón (femenino)? Cierto
que el judeocristianismo ha reprimido las pulsiones1 naturales de
media humanidad, pero el tema aludido es de otra índole. Concierne al sentido
de la intimidad, que es otra cosa.
En todo caso,
afecta a los valores sociales. Yo soy trabajadamente agnóstico. Quiero decir
que he dedicado mucha reflexión a creer o no en según qué. Me he percatado de que la mayoría de los
valores más apreciados en el ser humano coinciden con los de la mayoría de
religiones. El drama es que al librarnos de la pesada carga de prejuicios
y supersticiones que suelen acompañarlas, a menudo echamos también por la
borda sus valores positivos.
La virginidad
de María, los rosarios y las novenas, la infalibilidad del Papa, el celibato
o la sábana santa de Turín no figuran en el mensaje evangélico. El amor, la
compasión, la rectitud y las bienaventuranzas,
sí. El cumplimiento del código civil occidental te hace, casi, un buen
cristiano evangélico. De hecho, los valores occidentales y el cristianismo
prístino2 son bastante superponibles; los fundamentalismos y las
supersticiones, no. El sexo en público es otro tema.
Ramón
Folch, El Periódico, 14/5/16
1. Impulso o tendencia
instructivos. 2. Antiguo, primero,
primitivo, original.
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I.
Comentario
crítico del texto (0-4 puntos)
I.1.
Establecimiento del tema del texto, breve resumen de su contenido y descripción
y explicación de su esquema organizativo –partes temáticas constitutivas del
texto y articulación de estas- (3 puntos).
I.2.
Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura del
alumno y de su conocimiento del mundo (1 punto).
OPCIÓN A
II.
Cuestiones (0-2
puntos cada una).
II.1.
Analice sintácticamente la siguiente oración: “El drama es que al librarnos de la pesada carga de prejuicios y
supersticiones que suelen acompañarlas, a menudo echamos también por la borda
sus valores positivos” (líneas 13-15).
II.2. Comente los aspectos más relevantes de la modalización del
texto.
II.3. Amor,
vida y muerte en la poesía de Miguel Hernández.
OPCIÓN B
I.
Cuestiones (0-2
puntos cada una).
II.1. Analice la estructura interna de las siguientes palabras,
descomponiéndolas en sus formantes morfológicos básicos e indicando
expresamente el tipo de morfemas que se advierten en cada caso: “meditada” (línea 3), “puratinísimos” (línea 8) e “bienaventuranzas” (línea 18). A
continuación, señale la categoría léxica a las que pertenecen (sustantivo,
adverbio, etc.) y la clase en la que se incluyen según su estructura (simple,
derivada, etc.). Por último, explique el significado de “lapidación” (línea 4) y “percatarse”
(línea 12) en el contexto en que aparecen.
II.2.
Comente la cohesión gramatical del texto.
II.3. El
Realismo mágico y La casa de los
espíritus.
COHERENCIA
Vamos a comentar el texto titulado “Valores, sexo e intimidad”
escrito por Ramón Folch y publicado en El Periódico el día 14 de mayo de
2016.
El tema del artículo es la defensa de los valores cristianos ante
un ataque relacionado con la práctica del sexo en público.
A modo de resumen, diremos que el autor en el texto parte del
ataque de una política al cristianismo ante la noticia de la práctica de sexo
en el metro de Barcelona. Ramón Folch critica esta justificación comparando el
cristianismo con el resto de religiones. Termina diciendo que la religión y el
cumplimiento del código civil occidental son temas diferentes.
En cuanto a la estructura externa del texto, diremos que este se
compone de un titular (“Valores, sexo e intimidad”) y de un cuerpo
argumentativo de veinte líneas divididas en cuatro párrafos de aproximadamente
la misma extensión.
En lo relativo a la estructura interna, podemos dividir el
contenido del texto en tres partes: una introducción (líneas 1-3, hasta “sociedad”)
en la que presenta el hecho que da lugar a su opinión: la práctica del sexo en
público; un desarrollo (líneas 3-15), donde aporta argumentos y razones sobre
su opinión acerca del tema; y una conclusión (líneas 16-20), en la que termina manifestando
lo similares que son el cristianismo y el código civil occidental; por lo que,
dice, la justificación de esa persona no es cierta ni válida.
Es en esta última parte donde encontramos la tesis, explícita: “De
hecho, los valores occidentales y el cristianismo prístino2 son bastante
superponibles; los fundamentalismos y las supersticiones, no. El sexo en
público es otro tema” (líneas 19-20). Al encontrarse la tesis al final del
texto, podemos afirmar que la estructura del mismo es sintetizante.
Esta tesis es apoyada en argumentos. Los hay de contraste: líneas
4-5 (“el hecho en cuestión habría supuesto prisión en la China maoísta,
lapidación en la mayoría de países islámicos, detención segura en Israel y
colosal bronca popular en la India hinduista”) frente a las líneas 19-20 (“De
hecho, los valores occidentales y el cristianismo prístino2 son bastante
superponibles; los fundamentalismos y las supersticiones, no. El sexo en
público es otro tema”). También hay argumentos de ejemplificación: “¿imaginan
la escena del metro en los puritanísimos Estados Unidos, que se horrorizan a la
vista de un pezón (femenino)?” (líneas 7-8) y “La virginidad de María, los
rosarios y las novenas, la infalibilidad del Papa, el celibato o la sábana
santa de Turín no figuran en el mensaje evangélico. El amor, la compasión, la
rectitud y las bienaventuranzas, sí” (16-18). Y argumentos de experiencia
personal: “En todo caso, afecta a los valores sociales. Yo soy trabajadamente
agnóstico. Quiero decir que he dedicado mucha reflexión a creer o no en según
qué. Me he percatado de que la mayoría de los valores más apreciados en el ser
humano coinciden con los de la mayoría de religiones” (11-13).
Por último, hablaremos de la progresión temática del texto, que es
de tema constante. El tema es “la polémica del metro de Barcelona es por
prejuicios cristianos” y los remas: R1, justificación poco pensada; R2, tolerancia
social en países cristianos; R3, su experiencia personal; R4, similitudes entre
el cristianismo y el código civil occidental; R5, el sexo en público no se
relaciona con ninguna religión.
MODALIZACIÓN
Definimos modalización como el mecanismo por medio del cual se
muestra la subjetividad expresada por el autor en el texto. Para ello, contamos
con tres tipos de modalización: la valorativa, la epistémica y la deóntica.
En cuanto a la modalización valorativa, comenzaremos comentando el
léxico subjetivo. Encontramos el uso de adjetivos, algunos de ellos con
cuantificador, como “innecesaria” (1), “significada” (2), “poco meditada” (3), “colosal”
(5), “mayor” (6), “puritanísimos” (7, en grado superlativo), “más preciados”
(13), “prístino” (19), “bastante superponibles” (19); sustantivos o grupos
nominales como “militante” (2), “prejuicios cristianos” (2-3), “pulsiones
naturales” (9), “pesada carga” (14), “amor” (17), “compasión” 817), “rectitud”
(17), “bienaventuranzas” (18); adverbios y locuciones adverbiales como “trabajadamente”
(11), “casi” (18).
También aporta subjetividad el uso de la primera persona. En el
texto lo vemos en los verbos en 1ª persona del singular: “soy” (11), “quiero”
(11), “he percatado” (12), y en verbos en 1ª persona del plural: “echamos”
(15); y en el pronombre personal: “yo” (11) para el emisor y “te” (18) para el
receptor.
Asimismo, hablaremos del cambio de registro, que también colabora
en la subjetividad valorativa del texto. Por ser un artículo de opinión, su
registro es el estándar; sin embargo, encontramos desviaciones hacia el culto y
hacia el coloquial. De este último encontramos el uso de oraciones simples en
todo el último párrafo. Del registro culto encontramos léxico como “maoísta”
(4), “lapidación” (4), “judeocristianismo” (9), “pulsiones” (9), “aludido” (9),
“índole” (10), “he percatado” (12), “fundamentalismos” (20); además del
predominio de oraciones subordinadas: sustantivas con “que” (2, 8, 11, 12, 14);
adjetivas con “que” (8, 10, 14); causales (“porque”, 3); y una interrogativa
indirecta: “qué” (12).
Por último, señalaremos algunas figuras retóricas que aportan
subjetividad al texto. Es el caso de las metáforas como “echamos también por la
borda” (15) y la ironía de “un pezón (femenino)” (8), donde además vemos el uso
de signos de puntuación para mostrar la opinión del emisor.
Pasamos a continuación a la modalización epistémica, que se centra
en el grado de certeza aportado por el autor en el texto. Lo podemos ver en el
uso de expresiones como “En efecto” (6), “cierto que” (8) o “de hecho” (19);
además del adverbio “sí” (18). Esto unido al predominio de los verbos en
presente (“imaginan”, 7; “se horrorizan”, 8; “concierne”, 10; “afecta”, 11; “quiero”,
11; “soy”, 11; “coinciden”, 13; “es”, 13; “suelen”, 14; “echamos”, 15; figuran”,
17; “hace”, 18; “son”, 19; “es”, 20) y a la supremacía de las oraciones
enunciativas, ya que, salvo la interrogativa retórica de las líneas 7-8, todas
lo son.
Por último, en cuanto a la modalización deóntica, que se encarga
de la llamada al receptor, podemos destacar un consejo disimulado en las líneas
13-15: “El drama es que al librarnos de la pesada carga de prejuicios y
supersticiones que suelen acompañarlas, a menudo echamos también por la borda
sus valores positivos”. También el uso del pronombre “te” (18) que apela más
directamente al receptor.
Por todo ello, afirmamos que este artículo está muy modalizado, es
decir, su grado de subjetividad es muy alto.
SINTAXIS
AMOR, VIDA Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Amor, vida y muerte son los tres grandes temas de su poesía, como él
mismo declara en “Llegó con tres heridas”, poema perteneciente a Cancionero y romancero de ausencias:
“Con tres heridas yo: / la de la vida, / la de la muerte,/ la del amor. Estas
tres heridas vienen a configurar el ámbito temático de la poesía hernandiana”.
Toda su obra gira en torno a los misterios de la vida, la generación y
la muerte: el amor como síntoma de vida, luz, claridad y lo más elevado de la
perpetuación de la especia, por un lado, pero, por otro, la otra cara de la
realidad: el amor como destrucción, la muerte, la sombra, la oscuridad, el
rechazo.
Podríamos decir que toda su producción es una constatación de la
terrible definición del filósofo alemán Heidegger: “el hombre es un ser para la
muerte”. En efecto, en la poesía de Miguel Hernández se da perfectamente un
discurrir dramático que comienza con la vida más elemental y balbuceante, una
vida casi festiva, inconsciente y de ficción, que poco a poco, conforme se va
configurando el sufrimiento y se va desarrollando la funesta historia personal
del poeta, acaba por deslizarse por la pendiente de la tragedia.
La mayor parte de los primeros poemas contiene un soporte de cierta
despreocupación consciente, de vitalismo despreocupado y hasta, en ciertas
ocasiones, de optimismo natural: en esta época su vida va por un camino (sueña
con poder vivir para dedicarse a la poesía) y su obra por otro (contempla el
mundo desde la perspectiva de sus poetas leídos y admirados). Podríamos afirmar
que el primer espacio poético hernandiano estaría contagiado por la idea del
primer Jorge Guillén, el de Cántico,
el de la armonía esencial, el que proclamaba que el mundo estaba bien hecho.
Así, en su primera etapa, son muchos los poemas en los que se rinde homenaje
a la naturaleza circundante con un júbilo casi exultante: las plantas, las
piedras, los insectos, etc. Todo lo vivo es bello, todo lo vivo inspira una
gracia contagiosa y sin aristas. Más allá de la vida que confiere a las cosas,
el vitalismo de Miguel Hernández percibe los objetos como si estuvieran vivos:
la piedra amenaza, la luna se diluye en las venas, la palmera le pone
tirabuzones a la luna, la espiga aplaude al día, a la vida. Aquí no hay muerte;
si acaso, una muerte anunciada por la llegada de los atardeceres, una muerte
poetizadora y literaria que representa una suerte de melancolía escritural.
Para Miguel Hernández, la mujer es quien proporciona vida y por eso
será un elemento recurrente en su obra, aludiendo simbólicamente al vientre materno.
Eros y Thánatos –amor y muerte- aparecen unidos para que la vida del ser humano
se perpetúe como especie. La vida de los seres humanos, como la sangre y el
amor, y como la muerte, se entiende como semilla germinadora de nueva vida.
Las "heridas" hernandianas comienzan a sentirse en su segunda
etapa con El rayo que no cesa (1936),
cancionero de la pena amorosa, del sentimiento trágico del amor y de la idea de
que la vida es muerte por amor. El toro se convierte aquí en la figura que
representa la coherencia de la voz del poeta: grito, mugido, rabia
indisimulada, fracaso amoroso anunciado, presagio de destrucción... En las
composiciones de este poemario, la vida siempre se presenta amenazada por
fuerzas incontrolables (el rayo, el cuchillo...) y el amor está marcado por un
sino sangriento. Y es que en la poesía de Miguel Hernández, amor y muerte se
plasman en los símbolos del toro y la sangre, a los que se une una constelación
de elementos cortantes e hirientes como la espada, el cuchillo, el rayo, los
cuernos o el puñal, instrumentos fulminadores para el poeta.
Estos instrumentos del dolor que proporcionan alguna suerte de herida
adquieren una expresividad dramática, agónica y desesperanzada en la «Elegía»
dedicada a su amigo Ramón Sijé. En ella aparecen unos términos que, acompañados
por sus correspondientes adyacentes, configuran un mosaico de rabia y de
malestar inconsolables: “manotazo duro”, “golpe helado”, “hachazo invisible y
homicida”, “empujón brutal”, “tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes”,
“dentelladas secas y calientes”... Estos versos coléricos contra la muerte, con
el poeta andando sobre “rastrojos de difuntos”, nos hablan de la concepción de
M. Hernández en este poemario y este momento de su vida: vivir es amar, penar y
morir.
La visión de la muerte del poeta oriolano no nos conduce a nada
(creencias del más allá o del cielo), sino que la concepción de muerte que
transmite alcanza a la prolongación del ser en la especie. Si antes se
mencionaba el vientre materno como símbolo de maternidad, ahora hay que
referirse al cementerio, a los muertos (sus cadáveres) y a los esqueletos como
símbolo de permanencia y constancia de la especie humana.
Con la llegada de la guerra, ya en su tercera etapa, la voz poética
adquiere un tono combativo en Viento del
pueblo (1937), donde la muerte se convierte en parte de la lucha por la
victoria. Pero el optimismo inicial deriva en dolor y pesimismo por la
dilatación y crudeza del conflicto bélico. Así se aprecia en El hombre acecha (1939), donde los muertos
ya no son héroes sino víctimas y donde el último estertor rige el destino de
los oprimidos.
Sin embargo, es en Cancionero y
romancero de ausencias, su último volumen, donde los poemas se oscurecen
definitivamente con el desengaño y la carencia de todo. La muerte de su primer
hijo, la pérdida de la guerra, el odio de la posguerra, la condena a muerte, la
posterior enfermedad y la soledad configuran este poemario de la desolación,
cercano a la desnudez de la verdad más dura y terrible.
Todo en la poesía de Miguel Hernández parece debatirse entre la
destrucción y la salvación. Esa es la dialéctica constante en el poeta
oriolano: muerte y vida. Sus símbolos cambiarán de significado porque en ellos,
como en la vida, interiormente late lo positivo y lo negativo.
Así pues, y a modo de conclusión, diremos que se aprecia en la poesía
de Miguel Hernández que vida y muerte se aúnan en el sentido existencialista de
que nacemos para morir que ya adelantaba Quevedo (“vivir es un ir muriendo cada
instante”). Tras el inicial canto entusiasta a la vida, y con el paso fatalista
y trágico de su destino, vida y muerte se abrazan definitivamente en los poemas
de su última obra: Cancionero y romancero
de ausencias.
COHESIÓN GRAMATICAL
Pasamos ahora a analizar la cohesión gramatical del texto. Para
ello, comenzaremos definiendo el concepto de “cohesión”. Es la propiedad
textual que consiste en la unión de todos los elementos lingüísticos que forman
el texto mediante mecanismos léxico-semánticos, gramaticales y lógicos. En este
caso, nos centraremos en la cohesión gramatical.
Para ello, empezamos señalando las deixis o elementos exofóricos.
Encontramos deixis personales de varios tipos; deixis de emisor en verbos como “soy”
(11), “quiero” (11), “he percatado” (12), y en el pronombre personal: “yo” (11);
deixis de receptor y emisor juntos: tenemos el verbos “echamos” (15) y el determinante
posesivo “nuestra” (3); y deixis de receptor: “te” (18). Dentro de la deixis de
persona, encontramos también deixis social: “¿Imaginan…?” (7). También
encontramos deixis de tiempo en todos los verbos conjugados. Sin embargo, no
aparecen casos de deixis espacial.
Ya que hemos mencionado los verbos conjugados, analizaremos a
continuación el eje temporal del texto. En este eje predomina el presente (“imaginan”,
7; “se horrorizan”, 8; “concierne”, 10; “afecta”, 11; “quiero”, 11; “soy”, 11; “coinciden”,
13; “es”, 13; “suelen”, 14; “echamos”, 15; figuran”, 17; “hace”, 18; “son”, 19;
“es”, 20), puesto que se trata de un hecho actual; esto explica también la
aparición del pretérito perfecto compuesto: “se ha desarrollado” (6), “ha
reprimido” (9), “he dedicado” (11-12), “he percatado” (12). Aunque también
encontramos pretéritos perfectos simples: “afirmó” (2), para hablar de las
declaraciones de la política, y un condicional compuesto: “habría supuesto” (3-4),
usado para expresar una hipótesis.
Otro mecanismo de cohesión gramatical es la foricidad (o deixis
endofórica). Entre las múltiples anáforas del texto, destacamos: “se” (en la
línea 2, para hablar de “la práctica del sexo”, y en la 6, para “tolerancia
social”), “sus” (15, para mencionar a “la mayoría de las religiones”, 13), “las”
(14, sobre “la mayoría de las religiones” en la 13); . También encontramos
catáforas como “asignaturas sin relación con la vida cotidiana” (3, que son
“las matemáticas, la historia o la gramática”, 3-4); el interrogativo “qué” (5)
contestado en la línea 6: “aprender a aprender”; “v. gr.” (7) para ejemplificar
con “París es la capital de Francia” (8) o “esas razones” (13, que son “las que
deben enseñarse en la escuela”, también en la 13).
También colabora a la cohesión gramatical el uso de las elipsis,
de las cuales encontramos tanto de sujeto, propio del castellano, como del
verbo. Entre las primeras destacamos: “(yo) oí” (1), “¡(los datos” se
encuentran en Internet!” (2), “(ustedes) me apuran” (5), “(ellos/los que apoyan
el nuevo sistema de enseñanza) pretenden” (6), “(yo) abracé” (10), “(los que
saben aritmética) tienen sus razones” (12), “(el espíritu crítico) es simple
afán…” (14), “(los profesores) deben ser meros…” (17) o “(los autores) lo
hacen…” (18). Entre las elipsis de verbos, con o sin complementos, tenemos: “(no
debe tener) nada de memoria” (1), “(no debe tener) nada de llenar…” (1), “¿Cómo
(pasa con) las matemáticas…?” (3-4), “los demás no (saben)” (4), “(debe ser)
más crítico” (5), “(hay que) aprender a aprender” (6). También encontramos una
elipsis de sujeto y predicado en la línea 8: “(Esta contestación es) seguro
que…”.
Las proformas, o palabras comodín propias del registro coloquial,
también pueden ayudar a dar cohesión al texto, aunque en este texto no aparece
ninguna.
Por último, comentaremos los conectores textuales, que no son muy
abundantes. Encontramos “y” (12 y 18), que es de adición.
MORFOLOGÍA Y SEMÁNTICA
APRENDIZAJE
Vbo. Sust. Sust.
aprender à aprendiz
à aprendizaje
aprende(r) raíz
aprend- base
-iz MD Sufijo (formación
de sustantivos)
aprendiz- base
-aje MD Sufijo (formación de
sustantivos)
Sustantivo deverbal, masculino singular. Palabra derivada.
CONTRADICCIÓN (OPCIÓN 1)
prep.+vbo. vbo. sust.
contra+decir à contradecir
à contradicción
contra + decir raíces
contradecir base
contradic- base alomórfica
-ción MD Sufijo (formación de
sustantivos)
Sustantivo deverbal, femenino singular. Palabra derivada (de una
compuesta).
CONTRADICCIÓN (OPCIÓN 2)
Vbo. Vbo. sust.
Decir à contradecir
à contradicción
deci(r) raíz
contra- MD Prefijo (al contrario)
-decir base
contradic- base alomórfica
-ción MD Sufijo (formación de
sustantivos)
Sustantivo deverbal, femenino singular. Palabra derivada.
IGNORANTES
Vbo. Adj.
ignorar à ignorante
V
ignorantes
ignora(r) raíz
ignora- base (-a-, resto de VT)
-nte MD Sufijo (formación de
sustantivos)
ignorante- base
-s MF número (plural)
IRREFUTABLE: que no se puede contradecir o impugnar con argumentos
o razones lo que otros dicen.
DOCTRINA: enseñanza que se da para instrucción de alguien.
EL REALISMO MÁGICO Y LA CASA DE LOS
ESPÍRITUS
INTRODUCCIÓN
-
Definición: corriente de la novelística
del siglo XX en Hispanoamérica que se difunde con el llamado “boom” comercial
de la narrativa en español a partir de 1960.
-
Origen:
o
Intento de renovación literaria muy unido a las
renovaciones estéticas de las Vanguardias europeas y norteamericanas.
o
Deseo de descubrir la peculiaridad americana
sintetizando realidad y fantasía (el Realismo no puede recoger la asombrosa y
variadísima realidad del mundo hispanoamericano).
-
Narrativa:
o
Lo insólito y sobrenatural se incorpora a lo
real, porque así sucede en gran parte de la sociedad hispanoamericana.
o
No se trata de presentar la magia como si fuera
real, sino la realidad como si fuera mágica.
o
Describe cosas imaginarias o sobrenaturales como
si fuera reales y cotidianas, y viceversa.
o
Seña de identidad de las raíces culturales de la
Hispanoamericana profunda e indígena.
-
Contexto:
o
Época en que triunfan los vicios, la corrupción
y la tiranía à
presentado como realidad y verdad únicas.
o
El Realismo mágico revierte este axioma:
§
La realidad no es una
§
La honradez no es un valor baladí
-
Nacimiento: a partir de 1959 (revolución
de Fidel Castro) à
literatura como herramienta útil contra la dictaduras hispanoamericanas.
RASGOS
GENERALES DEL REALISMO MÁGICO
a)
Lo real maravilloso, lo fantástico[1]
es un componente básico que enriquece la realidad.
·
Atmósfera fabulosa en la que personajes
ordinarios realizan hazañas (o viceversa)
·
Lo maravilloso invade la vida común del lector,
apelando a sus emociones.
b)
Literatura marcadamente experimental:
·
Estructuras narrativas complicadas
·
Polifonías
·
Rupturas del tiempo narrativo
c)
Cuando aparecen escenarios americanos:
·
Niveles más duros y crudos de la pobreza y
marginalidad social à
con la violencia y los desórdenes sociales tal y como son.
·
Frecuentemente rurales:
i.
La concepción mágica y mítica forman parte de la
vida cotidiana de sus gentes
ii.
Mundo primitivo y bárbaro
d)
La muerte está muy presente en la vida de los
personajes:
·
Muertos que vuelven a vivir
·
Vivos que no sabemos si están muertos (y al
revés)
e)
Rechazo del humor en la literatura
INFLUENCIAS
DEL REALISMO MÁGICO EN LA CASA DE LOS
ESPÍRITUS
-
Ambiente fantasmagórico y especial en la casa de
los Del Valle:
·
Rosa à
tez blanca y pelo verde
·
Clara à
sonámbula, inmersa en un mundo interior (por ejemplo, la mudez desde los 9 a
los 19 años), telequinésica.
-
Lo mágico:
·
Premoniciones sobre matrimonios y muertes
·
Maldiciones: mal de ojo de tío Marcos
·
Advertencias del más allá à malos tiempos
·
Sonidos que oye Blanca en la casa
-
Lo fantástico:
·
Se borran recuerdos y nombres:
§
Trueba olvida a Pancha y a su hijo
§
Blanca olvida al conde
§
Blanca casi olvida a Pedro Tercero
·
Enfermedades extrañas à mutismo de Clara
·
Aparición de muertos para anunciar su defunción
·
Aparición de espíritus libremente por la casa
·
Humor en la predicción de Clara sobre el tesoro
en su casa
-
Lo milagroso:
·
Levitaciones, telequinesia, tocar el piano
cerrado, sanaciones milagrosos (huesos de Trueba arreglados por Pedro García)
-
Lo mítico legendario à apropiaciones o absorciones
de otros mitos y citas legendarias:
·
Pedro García acaba con la plaga de hormigas
·
Un niño quiere “sacar” los ojos a su abuelo
·
Aparición de un perro de leyenda (medio perro,
medio yegua)
·
Violencia desmesurada de Trueba contra un perro
o una gallina (“Cuento del hombre que se casó con una mujer brava de El Conde Lucanor o La fierecilla domada de Shakespeare)
Según Isabel Allende no interesa la fantasía de los cuentos de hadas,
sino la inclusión en la historia narrada de la imaginación y lo esotérico para
explicar y sentir mejor la realidad, puesto que todo esto conjuntamente forma
parte de ella. Por otro lado, episodios y hechos absolutamente racionales y
cotidianos son tomados por los personajes como extraordinarios. Por ejemplo: la
guerra, los inventos de la ciencia, el progreso de la industria, incluso la
radio, eran cuentos de hadas para los campesinos.
Otras características formales del Realismo mágico en La casa de los espíritus son:
·
Multiplicidad de narradores:
o
Combinación de 1ª, 2ª y 3ª persona narrativa y
el estilo indirecto libre
o
Distintos puntos de vista para dar una misma
idea mayor complejidad al texto
·
Polifonía:
o
Distintos puntos de vista inquietantes y
ambiguos para ofrecer una realidad compleja
o
Nueva realidad à
suma de las realidades de las diferentes voces que aparecen en el relato
·
Estructuras narrativas no lineales con
frecuentes saltos temporales:
o
Para que el presente se repita o se parezca al
pasado
o
Anticipación y retrospección frecuentes
o
El final enlaza con el principio
A diferencia del resto de autores, Isabel Allende deja en La casa de los espíritus una puerta
abierta a la esperanza.
[1]
Elementos fantásticos e insólitos, elementos misteriosos e irracionales, y
elementos imaginarios.
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