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Un equipo de
científicos de Texas ha encontrado una enzima que puede detener o retrasar el
envejecimiento de las células humanas. La tal enzima impide el deterioro
de esos microscópicos elementos de los que estamos hechos y les permite
seguir reproduciéndose de una forma indefinida. ¿Habremos encontrado,
después de tantas vueltas, la fuente de la eterna juventud? En este supuesto,
llegará un día en el que no se pueda dar un paso: no cabrá la gente en este
planeta menor. Otros científicos, menos optimistas, alertan sobre el riesgo
de estimular el desarrollo de tumores.
El ser humano
siempre ha querido durar más y en mejores condiciones. Se ha identificado,
falazmente, juventud con felicidad, pero la mocedad solo disfruta de algunos
lujos que nadie puede permitirse a otras edades, por ejemplo el estar triste
sin saber por qué. El padre Rubén creía que era un tesoro divino y bien que
supo dilapidarlo. En cambio, el abuelo Homero estaba convencido de que la
juventud, pronta de temperamento, es débil de juicio. Una especie de
borrachera. El caso es que los hombres siempre han procurado mantenerla: unas
veces pactando con el demonio y otras haciendo “footing” y tiñéndose el pelo.
La ciencia, que es
lo único que hace revoluciones duraderas, ha encontrado el camino de la
soñada fuente. Ojalá no esté seca. Hasta ahora solo había conseguido
prolongar la vida, pero no por los tramos iniciales ni por el centro, sino
por los últimos escalones. Todo parte de la humana resistencia a abandonar
este mundo. Como en casa de uno en ninguna parte. Casi todas las personas
tienen un alto concepto de sí mismas. Se miran al espejo y no entienden que
un tipo como ellos pueda desaparecer. Confían en seguir viviendo, de otra
enigmática manera y en otro extraño mundo. En esos rumores no confirmados de
una existencia de ultratumba se basan muchas consoladoras religiones. El
descubrimiento de la enzima puede hacernos eternos mientras vivamos. El caso
es no resignarse a ser mortales.
Diario El
Mundo (3-11-02)
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ADECUACIÓN
Para comentar la adecuación de un texto, nos
fijaremos en el modo de elocución (tipo de texto), en las funciones del
lenguaje, en el registro utilizado y en el grado de modalización.
En primer lugar, el tipo de texto de este
artículo periodístico es expositivo-argumentativo. Es expositivo puesto que nos
habla de una nueva enzima descubierta recientemente. Pero, por otro lado, y de
manera más o menos equitativa, es argumentativo, ya que nos plantea a lo largo
de todo el texto la cuestión de si queremos realmente ser eternos.
En segundo lugar, y en relación con el punto
anterior, podemos decir que las funciones del lenguaje que predominan son la
referencial, la apelativa y la expresiva. Y lo hacen de una manera similar,
puesto que tenemos bastante información sobre el descubrimiento de la enzima
(función referencial), el autor llama directamente la atención del receptor con
el uso de las interrogaciones (apelativa) y además expresa su opinión en contra
de ser inmortales (función expresiva).
Seguimos con el registro utilizado, el cual
es en líneas generales estándar-culto. En líneas generales, el texto puede ser
comprendido por un lector de nivel medio, incluso bajo, a pesar de que podemos
encontrar algún cultismo como “falazmente” (9) o “pronta de temperamento” (12),
alguna referencia a un poeta modernista como Rubén Darío (“el padre Rubén”,
línea 10) o al poeta griego Homero (“el abuelo Homero”, 11) y algunos
tecnicismos propios de la ciencia, como “enzima” (1), “células” (2),
“microscópicos elementos” (2-3), etc.
Por último, señalaremos que el texto está poco
modalizado, puesto que la parte expositiva está muy presente en él. Por un
lado, en cuanto a la modalización valorativa vemos algún término como
“dilapidarlo” (11) u “ojalá” (16), con comparaciones como “como en casa de uno
en ninguna parte” (13) y el uso de la ironía en la penúltima línea: “El
descubrimiento de la enzima puede hacernos eternos mientras vivamos”. Podríamos
incluir también aquí la aparición de la 1ª persona del plural, tanto en verbos
(“habremos encontrado”, 4) como en pronombres (“hacernos”, 22), la cual
muestra la implicación del emisor.
Por otro lado, en la modalización epistémica
diremos que el grado de certeza no es muy alto. Vemos expresiones como “es lo
único que hace revoluciones verdaderas” (15) pero también otras que manifiestan
duda o posibilidad como “El descubrimiento de la enzima puede hacernos eternos
mientras vivamos” (22).
Y, por otro lado, la modalización deóntica no
muestra ningún ejemplo. Por ello, podemos afirmar que este texto no está muy
modalizado.
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