ADECUACIÓN DEL TEXTO "EL PAÍS QUE PERDIÓ EL HUMOR"
Vamos a comentar la adecuación
del texto “El país que perdió el humor”. Para ello, empezaremos definiendo qué
es adecuación. Esta propiedad textual refleja la relación entre texto y
contexto; es la propiedad por la que el texto se adapta a su contexto comunicativo.
Primero nos fijaremos en el
ámbito de uso: se trata de un ámbito periodístico (apareció
publicado en el periódico de tirada nacional El País Nacional) y, dentro de él, lo
clasificamos como artículo de opinión. En cuanto a su modo de elocución, podemos
afirmar que es un texto expositivo-argumentativo en el que predomina este
segundo tipo de texto. Tiene una parte expositiva ya que aporta datos
históricos relacionados con el humor (como indica su título). Pero domina la
parte argumentativa porque Javier Marías, el autor, expresa su opinión al
respecto y proporciona una gran cantidad de argumentos para apoyar su tesis
(como se vio en el análisis de la coherencia).
Seguidamente, y en relación con
la tipología textual, diremos que las funciones del lenguaje que predominan en
el artículo son la expresiva junto a la apelativa, como vemos en “yo viví mis
primeros…” (4), “es sorprendente” (6), “hubiéramos tenido” (12), “no han sido
pocos los articulistas…” (15-16) o “aún persisten y no cabe borrarlas” (24). De
manera secundaria, también aparece la función referencial, propia de los textos
expositivos.
Dicho esto, analizaremos ahora el
registro utilizado por el autor. Por ser un texto periodístico dirigido a la “inmensa
mayoría”, el registro dominante es el estándar. Sin embargo, en esta ocasión el
autor ha decidido incluir elementos del registro coloquial, como las expresiones
“lo habido y por haber” (5), “adiós al lenguaje metafórico también” (17), “metió
la pata hasta el fondo” (19), “de un plumazo” (24-25) o “está en nuestra mano”
(25).
Llegados a este punto, nos toca
comentar la modalización, que no es otra cosa que la subjetividad manifestada
por el emisor, en mayor o menor medida. Para analizarla, empezaremos por la modalización
valorativa. En ella encontramos multitud de vocabulario subjetivo, como los
adjetivos “sorprendente” (7), “solemne, envarado, ceñudo, poseído de su
rectitud” (8), “incapaz” (9), “despóticos y miserables” (15), “coléricos y
analfabetos” (15), “atrasados y chupasangres” (9), “tacaño” (22), “chulo y
farruco” (22), “vivales y dado a las triquiñuelas” (22), “ostentoso y
estridente” (23), “terco” (23), etc. También encontramos adjetivos acompañados
por modificadores cuantitativos como “más afortunada y menos sombría” (7).
Otros rasgos propios de la
valoración serían el uso de recursos como la comparación de la línea 2 (“como
Italia”) o la acumulación de de las líneas 22-23 cuando habla de los prototipos
de personalidades. También podemos comentar aquí el uso especial que hace la
cursiva, dando a entender que lleva un mensaje implícito y no hay que
entenderlo de manera literal (“en su
momento histórico oportuno”, 11; “figurado”,
12; “ahora”, 17), así como el uso de
las comillas cuando habla de las personalidades, que parecen ser usadas como si
fueran palabras literales de alguien.
Por último, señalaremos el
morfema apreciativo aumentativo de “plumazo” (25) que, si bien es cierto que
aparece como parte de una frase hecha, no deja de ser significativo en cuanto tiene
de subjetividad. También comentaremos brevemente el cambio de registro
realizado por el autor (ya comentado en su apartado correspondiente).
En cuanto a la modalización
epistémica, diremos que se trata de un grado de certeza total, puesto que,
aparte del predominio de las oraciones enunciativas y el uso de información
contrastada, no hay en el texto expresión alguna de duda.
Para terminar de analizar la
modalización, fijaremos nuestra atención en la modalización deóntica, donde
encontramos dos ejemplos de sugerencias al lector: “hay que ser” (13) y “debió
haber” (19).
Por todo ello, podemos decir que
este artículo de opinión está muy modalizado, es decir, su grado de
subjetividad es muy alto.
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