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Falló Rivera
Se lo creyó
demasiado pronto. Se ensoberbeció. Pensó que todos los caminos estaban
abiertos. Vislumbró la alfombra roja. Se instaló en la prepotencia. Hizo
algún aspaviento desdeñoso. Fracasó en los debates. No reconoció ni sus
errores ni sus torpezas. Se dio el pico con Pablo Iglesias. Suscitó el
desencanto entre los que le iban a votar. Y los 65 ó 70 escaños que le
adjudicaban todas las encuestas se quedaron en 40.Podía haber sido el árbitro
de la situación política en España. Con él se robustecía el centro derecha.
Cabía también la posibilidad, como ocurrió en Andalucía, de que moderara al
PSOE. Eso es lo que esperaban de él los grandes empresarios españoles y una
poderosa instancia internacional. Rivera era la garantía de evitar al Tsipras
español. El problema político de España reside en la debilidad actual del
Partido Socialista. Un PSOE como el de Felipe González, de centro izquierda,
moderado y consciente de las exigencias del mundo internacional, es
fundamental para la estabilidad de España. Zapatero provocó el desequilibrio
con sus ocurrencias y su propósito de instalar al Partido Popular en el
zaquizamí de la Historia. Las elecciones de 2011 no las perdió Rubalcaba ni
las ganó Rajoy. Eso es un espejismo. Las perdió Zapatero. Reducido a 110
escaños, el PSOE podía derivar, y así lo ha hecho, por cierto, tras las
elecciones autonómicas y municipales, a pactos con la extrema izquierda.
La estabilidad
de un país descansa sobre la moderación. El centro derecha y el centro
izquierda, en alternancia, robustecen la libertad y el progreso. En España no
hay problemas con el centro derecha, representado por el Partido Popular con
la adenda actual de Ciudadanos. El problema está en el descalabro del PSOE.
Me aseguran que pesos pesados del PSOE como Felipe González y Susana Díaz
presionan para que Sánchez, en su afán desmedido de sentarse en la silla
curul de Moncloa, no caiga en el despropósito de entregarse a Pablo Iglesias
y a la extrema izquierda porque, en tal caso, el Partido Socialista sería en
poco tiempo fagocitado. Tengo mis dudas de que Sánchez se avenga a razones.
Aseguran con evidente exageración sus detractores que para escalar la Moncloa
estaría dispuesto a aceptar el escaño de un diputado que hubiera asesinado a
su madre. No comparto semejante caricatura, pero entre la certeza de ser
escabechado como líder del partido y la posibilidad de convertirse en
presidente del Gobierno con pactos subterráneos y peligrosos abrazos del oso,
está claro qué es lo que escogería Pedro Sánchez. Los que le rodean no es que
lo sospechen. Lo saben. Otra cosa es que él consiga zafarse de la presión de
algunos barones del PSOE, hostiles al Frente Popular ampliado.
Lo que ha
fallado, en fin, en las elecciones del domingo se llama Albert Rivera. Si se
hubiera mantenido en los 60 escaños, hoy no se viviría en la zozobra que
sacude a relevantes instancias económicas y políticas. Albert Rivera debe
rodearse, en fin, de consejeros sosegados que frenen su deriva a la egolatría
porque eso detrae votos y simpatías. Garrigues, Roca, Adolfo Suárez, Rosa
Díez se diluyeron políticamente. Si Albert Rivera no quiere que le ocurra lo
mismo, deberá reflexionar sobre lo que le ha ocurrido en las elecciones
generales y tomar las medidas de humildad exigidas por la realidad.
Luis
María Ansón, El Mundo, 24 de diciembre de 2015
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Vamos a comentar la adecuación
del texto titulado “Falló Rivera”. Para ello, primero definiremos el concepto de
adecuación: es la propiedad textual por medio de la cual el emisor tiene en
cuenta todos los elementos de la comunicación.
Seguidamente, diremos que el
texto pertenece al ámbito de uso periodístico; concretamente, se trata de un
artículo de opinión.
Por ello, el artículo es un texto
expositivo-argumentativo. En la parte expositiva encontramos toda la
información que aporta sobre los resultados de las elecciones del 20 de diciembre
de 2015, así como las de 2011. En cuanto a la parte argumentativa, encontramos
la opinión de Luis María Ansón sobre el resultado de las últimas elecciones
respecto al candidato del partido Ciudadanos, así como los argumentos por las
que, según él, Rivera no consiguió sus objetivos. Así pues, esta última parte
es la sobresaliente en el texto.
En relación con la tipología
textual, diremos que las funciones del lenguaje predominantes en el artículo
son la expresiva (el autor manifiesta su opinión en frases como “se lo creyó
demasiado pronto”, en la línea 1, “es fundamental”, línea 11, o “está claro”,
28) junto con la apelativa (la vemos en todos los argumentos que utiliza para
convencernos de su opinión). De fondo, también podemos encontrar la función referencial
(los datos que aporta sobre las elecciones, como “los 65 ó 70 escaños que le
adjudicaban todas las encuestas se quedaron en 40” -líneas 4-5- o “Reducido a
110 escaños, el PSOE podía derivar…” -14-15) y la función poética, puesto que
el autor se sirve de varias metáforas, por ejemplo: “haber sido el árbitro de
la situación política” (5-6), “al Tsipras español” (8-9), “escalar la Moncloa”
(25), “pactos subterráneos y peligrosos abrazos del oso” (28) o “se diluyeron
políticamente” (35).
A continuación, analizaremos el
registro del texto. En líneas generales, y propio del ámbito de uso al que
pertenece, el registro utilizado por el autor es el estándar. Si bien es cierto
que aparece combinado con el registro culto y el coloquial. Del registro culto
encontramos, especialmente, una gran cantidad de léxico como “ensoberbeció”
(1), “vislumbró” (2), “aspaviento” (2), “desdeñoso” (3), “suscitó” (4), “zaquizamí”
(13), “adenda” (19), “detractores” (24), “barones” (30), “hostiles” (30), “zozobra”
(32), “egolatría” (34), “detrae” (34), etc. A ese vocabulario, podemos unir el
uso de oraciones compuestas subordinadas, aunque no las encontramos de manera excesiva,
como las sustantivas (“pensó que todos los caminos…”, 1) y adjetivas (“los 65 o
70 escaños que le adjudicaban…”, 4), las finales (“presionan para que Sánchez…”,
21), las causales (“porque, en tal caso,…”, 23) o condicionales (“Si se hubiera
mantenido…”, 31-32).
Del registro coloquial destacan
las oraciones simples (y breves) que prevalecen en el texto, sobre todo las
localizamos en el primer párrafo, así como la expresión de la línea 3: “se dio
el pico”.
Por último, analizaremos la
modalización del texto, entendido como el grado de subjetividad del mismo. En primer
lugar, analizamos la modalización desde el punto de vista valorativo. Aquí destaca
el uso del vocabulario subjetivo, con adverbios como “demasiado pronto”, en la
línea 1; verbos como “ensoberbeció” (1), “se robustecía” (6) o “se diluyeron”
(35); sustantivos como “garantía” (8), “debilidad” (9), “espejismo” (14), “,moderación”
(17), “pesos pesados” (20), “exageración” (24) o “egolatría” (34); y adjetivos
como “desdeñoso” (3), “poderosa” (8), “moderado y consciente” (10), “desmedido”
(21), “fagocitado” (23), “escabechado” (27), “relevantes” (32) o “sosegados”
(33).
Otros recursos que contribuyen a
este tipo de modalización son el uso de las figuras retóricas (ya las
ejemplificamos al justificar la aparición de la función poética) y el cambio de
registro (como ya vimos en su apartado correspondiente).
En cuanto a la modalización
epistémica, podemos afirmar que el grado de certeza de este artículo es total. Lo
vemos en el absoluto predominio de las oraciones enunciativas (por ejemplo, “Se
lo creyó demasiado pronto. Se ensoberbeció. Pensó que todos los caminos estaban
abiertos. Vislumbró la alfombra roja. Se instaló en la prepotencia” –líneas 1-2)
y en el uso del presente (“es”, 7, 11, 13; “reside”, 9; “descansa”, 17; “robustecen”,
18, etc.). Además, podemos ver esta seguridad en expresiones como “es fundamental”,
línea 11, o “está claro”, 28.
Por último, respecto a la
modalización deóntica, encontramos dos expresiones, en este caso perífrasis de
obligación, con las que el emisor quiere, cuanto menos, aconsejar al receptor,
aunque en este caso no se refiere a un emisor general, sino a uno concreto:
Albert Rivera. A él le dice: “debe rodearse” (33) y “deberá reflexionar”
(35-36).
Por todo ello, podemos aseverar que
el artículo está muy modalizado, es decir, su grado de subjetividad es muy
alto, contribuyendo para ello los tres tipos de modalización.
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